jueves, 29 de mayo de 2014

Pasarelas y baldosas rotas se acumulan en el Paseo de Poniente a las puertas del verano

Sus arquitectos definieron el paseo de Poniente de Benidorm como un «paradigma» de cómo se debe actuar en el espacio urbano. Quizá en lo que se refiere a belleza, lo sea. Pero en cuanto a mantenimiento, trae de cabeza tanto a vecinos como a técnicos municipales. Y es que, a día de hoy, esta obra, laureada con varios premios internacionales, no deja de presentar desperfectos que no acaban de subsanarse: existen decenas de baldosas agrietadas o levantadas, las luces incrustadas al suelo están en su mayoría fundidas y, sobre todo, su peculiar paseo paralelo en la arena está repleto de maderas reventadas que lo convierten en un auténtico peligro público para los viandantes.
«Un día de estos se mata alguien allí. El otro día se cayó una mujer que venía a la playa», afirma una bañista señalando a una zona de esta tarima de madera que está destrozada y que la han acotado, simplemente, con una valla y un par de cintas. Los listones están en su mayoría rotos, astillados e incluso presentan algún que otro clavo suelto. Un informe de hace cuatro años precisaba que, según el proyecto de ejecución con el que la Generalitat adjudicó la obra, la madera que se debía utilizar tenía que ser de ipé, un material tropical que se emplea en exteriores y que presenta una gran resistencia. La que finalmente se usó, según este documento, era de pino, que se emplea en exteriores pero es mucho más suave, voluble y con mayor facilidad para sufrir desperfectos. Además, su precio en el mercado es tres veces más barato.
El presidente de la asociación de vecinos de Poniente, Christian Corraini, asegura que es una vergüenza que «un paseo que se está exportando a todas las partes del mundo para promocionar la ciudad se encuentre en estas condiciones. Después los turistas llegan y se encuentran con esto». Corraini comenta que hoy, en el pleno del Consejo Vecinal, expondrá esta situación, «que ya se alarga demasiado tiempo», teniendo en cuenta que la primera fase de este paseo se culminó en 2009, y al año ya comenzaron a florecer los primeros problemas. Para el presidente de los vecinos de Poniente se deben, por un lado, a los materiales que se utilizaron para acometer la obra, «los cuales es evidente que no fueron los adecuados».
Por otro, considera que los chavales con monopatines y las personas de avanzada edad con sus sillas motorizadas también perjudican el estado del suelo a pesar de que esté prohibido que circulen por allí. Pero sobre todo, para Cristian Corraini el conflicto reside en que desde las administraciones públicas no se están preocupando en tenerlo en perfectas condiciones.
Un pacto «salomónico»
La concejal de Escena Urbana y teniente de alcalde de Benidorm, Gema Amor, subrayó que aunque la Generalitat tenga cierta «dejación» con este paseo, «el Ayuntamiento está muy encima». Cabe recordar que la obra la financió el Consell pero aún no la ha entregado al Consistorio. Para Amor, al ciudadano «no le importa de quién sea la responsabilidad, lo que no quiere es encontrarse con este problema». Por esa razón, la teniente de alcalde sostiene que su equipo ha cambiado en los últimos meses más de 100 baldosas que estaban en malas condiciones o directamente ya no existían. «También, la Generala se ha encargado de la poda de la vegetación, aunque esto no venía incluido en su contrato. Corresponde a ese 25% que no se le ha reducido de la concesión, y que se ha dedicado a otras labores», argumenta.

Por otro lado, el concejal de Urbanismo, Vicente Juan Ivorra, destaca que se ha llegado a un pacto «salomónico» con Conselleria para que el Ayuntamiento se haga cargo de los pequeños desperfectos: las baldosas, las luces fundidas, las zonas de jardín...; a cambio de que la Generalitat se comprometa a pintar el muro del frente fachada y a remplazar las tarimas de madera. Como medida preventiva, como esta obra «no les da tiempo a acometerla este verano», el Consistorio cubrirá de arena las zonas que estén muy deterioradas. También calzará otras, con tierra por debajo, que han quedado al vuelo. Es decir, que entre la zona de paso y la playa, hay un espacio descubierto en el que se ubica toda la luminaria. Lo que todos esperan es que, después, el Consell cumpla su parte del trato.

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