Juan Andrés Rodríguez Serrano, sacerdote de Benidorm y fundador de la parroquia de Nuestra Señora del Carmen de la ciudad, falleció ayer a los 84 años. Su muerte se produjo al mediodía, en su domicilio, y llenó de consternación a cientos de vecinos de Benidorm y otros puntos de la Marina Baixa y la provincia de Alicante, donde era ampliamente conocido por la labor social que realizó a lo largo de gran parte de su vida.
Durante toda la tarde, el Tanatorio Marina Baixa, en La Vila Joiosa, en el que quedó instalada la capilla ardiente, fue un ir y venir de familiares, conocidos y allegados, que quisieron de esta forma rendir su último homenaje a Don Juan, como se le conocía popularmente en la localidad.
Fue ordenado sacerdote el 8 de junio de 1963 y conmemoró el pasado año el 50 aniversario de su sacerdocio con dos misas, una en la iglesia de San Jaime y Santa Ana, donde se custodia la imagen de la Virgen del Sufragio, patrona de Benidorm y a quien Don Juan profesaba una inmensa devoción; otra, en la iglesia de Nuestra Señora del Carmen, de cuya construcción en la avenida del Mediterráneo se encargó a mitad de la década 70 y de la que ahora era párroco emérito. En una de ellas le acompañó el cardenal emérito de Barcelona, Ricard Maria Carles, a quien le unía una gran amistad.
Su caso no es el de un sacerdote con vocación temprana. Antes de cura fue agente de viajes y agente inmobiliario, creando las primeras agencias de Benidorm dedicadas a estas actividades en el año 1952. También fue oficial del Ayuntamiento y, además, «soltero de oro y bien mirado por muchas jovencitas y sus madres» de la época, según le definió tiempo atrás el catedrático Francisco Amillo en una presentación pública. «Pero llegó un momento que pensé que la mejor forma de servir a mi familia y a la gente de mi pueblo era a través del sacerdocio, con una entrega completa», recordaba el pasado año a este diario, tras sus «bodas de oro» como sacerdote.
A los 27 años marchó al seminario de Orihuela y a los 33, tras acabar Filosofía y Teología, ingresó como sacerdote secular –sin votos– y fue destinado a Confrides. De ahí, se trasladó a Elda y después a la Torre de les Maçanes, municipio que le nombró Hijo Adoptivo y el que fuera su último «destino» antes de regresar a Benidorm.
El entonces obispo de la Diócesis lo envió de nuevo a su pueblo con el encargo de construir y fundar la parroquia Nuestra Señora de El Carmen, sobre unos terrenos donados al Obispado por el matrimonio formado por Eusebio Pérez Fuster y Victorina Urrutia. El templo se inauguró en 1980 y, en él, además de las misas habituales, Don Juan bautizó, casó, dio la comunión u ofició los funerales de innumerables familias de benidormenses. También promovió la celebración de oficios religiosos en otras lenguas para predicar la fe entre los turistas extranjeros que llegaban a la ciudad.
Además de la vocación tardía, Rodríguez tampoco fue un sacerdote al uso. Nunca tomó los votos de pobreza, castidad y obediencia, para poder seguir compaginando su labor de cura con su participación en otras empresas familiares, como el parking de la calle Ruzafa, lo que no impidió, no obstante, que desarrollara una amplia labor altruista y de ayuda a los más desfavorecidos.
Junto al título de Hijo Adoptivo de La Torre, entre otras distinciones, también era patrono y vicepresidente de la Fundación Aragonés de La Vila Joiosa, dedicada a la labor benéfico-asistencial.
Don Juan intentaba no faltar a su cita semanal de los sábados con la patrona de Benidorm en la iglesia de San Jaime y Santa Ana. También era uno de los habituales en las misas mayores de las Fiestas Patronales, aunque el pasado noviembre no pudo celebrar su 50 aniversario de sacerdote presidiendo la de la Mare de Déu, al estar recuperándose de una operación.
Juan Rodríguez deja tres hermanas y una amplia y conmovida familia, que hace apenas un mes también perdió a otro de sus hermanos, Ramón. La misa y sepelio por Don Juan tendrá lugar hoy, a las 17 horas, en la iglesia de El Carmen.
Fuente: diarioinformacion.com
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