sábado, 14 de marzo de 2015

Hombres buenos, mujeres valientes

Vivimos en una sociedad, o más bien, en un país en el que, históricamente; el triunfante, ha sido un personaje vil y mezquino, traidor y desleal que, en momentos de crisis como las vividas en suelo español, ha sabido de una u otra forma, sacar provecho a la situación y salir airoso de la misma, a la vez que vendía sus principios y cercanos por una bolsa de monedas, un puesto de trabajo o el simple reconocimiento social. La picaresca y la truhanería son y han sido rasgos característicos del español. Ese español arraigado al conservadurismo que, durante su historia, ha sobrevivido al caciquismo y a la incultura que se expandía por doquier, mientras se vetaba el progreso y las iniciativas sociales y científicas. Ya decía el gran Valle-Inclán que, España es una deformación grotesca de la civilización europea. Y razón no le faltaba. 

Pero, a raíz de la lectura de las entrevistas realizadas al coloso de las letras y referente periodístico de servidor, Pérez Reverte, debido a la salida a la luz de su nueva obra; Hombres Buenos, uno recapacita y reflexiona sobre la existencia de los mismos. Y es que, a pesar de nuestra desafortunada historia, donde España constantemente tendía a ir a la cola del progreso y al contrario de la prosperidad, siempre hemos poseído a hombres buenos y mujeres valientes que, a la sombra, han trabajado y luchado por y para España.

No solo los magnates de la escritura como Benito Pérez Galdós, Francisco de Quevedo o Miguel de Cervantes han sido los únicos luchadores a favor de la evolución y el progresismo, sino que, hay más. Muchos más. Y aunque pocos sean, todos conocemos al menos, a uno de ellos.

Todos esos hombres buenos que, como trabajadores, ya sean carpinteros o camareros, realizan con sendo mimo su trabajo, valorando cada detalle y apreciación para otorgar al cliente el mayor y mejor producto posible. Todos esos hombres valientes que, en época de crisis, se levantan en busca de nuevas oportunidades para dotar al país y al conjunto de su ciudadanía de más empleo. Todos esos hombres honestos que, no acceden a la política para lucrarse, sino por afecto y pasión hacia su pueblo y sus vecinos; que denuncian y persiguen la corrupción, que no engañan a sus conciudadanos. Todos esos hombres serviciales que, donan lo poco que tienen a los más necesitados. Pero no solo los hombres buenos han hecho de este país, una nación un tanto mejor. Las mujeres buenas, han jugado un papel tan relevante, o incluso mayor.

Todas esas mujeres buenas que, demostrando que no son el sexo débil, trabajan y mantienen en solitario a sus familias por amor hacia ellas. Todas esas mujeres valientes que, rechazando los tópicos y mentes cerradas, gritaron basta y comenzaron a cambiar lo establecido. Todas esas mujeres honestas que, prefieren ceder su plato de comida a sus hijos, a sabiendas de que, no habrá más comida en el día de hoy, o incluso en el de mañana. Todas esas mujeres serviciales que, siguen trabajando altruistamente en ONG`s o asociaciones para ayudar a los más necesitados.

Son esos hombres buenos y mujeres valientes que, muy a mi pesar, dejamos caer en el olvido, que no premiamos con medallas su esfuerzo y valentía. Pero los tiempos cambian, sus gentes a la par y, la generación venidera; los que poco a poco nos adentramos en la España profunda, somos los que más esperanza tenemos para cambiar el rumbo de una nación que, a pesar de las pocas oportunidades históricas para cambiar su funesta situación, en un futuro no muy lejano, se presenta la ocasión idónea para que, de una vez por todas, salgamos de esa inercia descendente hacia una crecimiento social, político, cultural y económico ascendente.

Rodrigo Quesada  / @Quesadacid

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