miércoles, 6 de mayo de 2015

La cercanía de quien aspira a ser político

Decía Montesquieu que para ser realmente grande, hay que estar con la gente, no por encima de ella, y razón no le faltaba. Últimamente, debido al ajetreo generalizado por la diversidad e infinidad de actos políticos celebrados antes del inicio de campaña, las conclusiones que uno saca son aterradoras. Dejando de lado el discurso repetido en todos y cada uno de los eventos; que si renovación, regeneración, transparencia, gestión eficiente, creación de esto y lo otro, y haremos o dejaremos de hacer lo del más allá; finalmente, las ilusiones de servidor, dicho en corto; hacen pensar que Benidorm seguirá por el puto suelo como hasta ahora. Y no me malinterpreten. Venimos arrastrando ya más de dos décadas a las espaldas a los mismos de siempre con las mismas promesas de toda la vida. Pero este es un hecho que ya saben. 

Lo preocupante, lo calamitoso y desastroso no es ya solo, lo asiduo que se ha convertido para nuestros políticos la promesa barata y demagógica, lo opaca que ha sido la gestión de unos y otros o la falta de preparación de muchos que saltan a la palestra ahora desde el sector ciudadano, intentando luchar en el arduo campo de la política para defender sus derechos; cosa que no me parece mal, pero para gobernar un Ayuntamiento hace falta algo más que un grupo de personas interesadas en el cambio en su ciudad. Realmente, lo preocupante en esta campaña electoral, está siendo la falta de cercanía de quien se presenta a unas elecciones electorales únicas. Donde el descontento campa a sus anchas, donde por doquier no se quiere hablar de política, donde la desidia y el hastío reinan allá por cada ápice de la ciudad. La importancia de que, un líder, el cabecilla de turno que lidera una formación política, se pasee por las calles de Benidorm como un ciudadano más, sin aires de superioridad, es un menester que echamos de menos en esta precampaña. Un alcaldable que, a la hora de comer; sin pudor alguno, se siente en la mesa de cualquier bar de la ciudad; mostrando cercanía. Un candidato que escuche de verdad y no haga oídos sordos a las peticiones de su gente. Un hombre o mujer que aparte el atril, y con absoluta proximidad hable de tú a tú con sus vecinos, sin mediadores ni  eventos, cara a cara y en el mejor escenario posible; en Benidorm. Alguien que sea realmente de la calle, de nuestras calles; ya que, la proximidad, ese adjetivo tan importante que se encuentra en entredicho gracias a nuestros políticos, si por el contrario, primase en los mismos, conllevaría a que la ciudadanía confiara en la persona, por sus hechos, por su humildad, por ser llano y campechano; no por su palabrería y labia, ni por su capacidad intelectual, ni si quiera, por su hambre de un cambio radical en Benidorm. 

Aún siguen nuestros políticos -con alguna excepción que otra- creyendo que están por encima de la gente, cuando realmente, como decía el gran Montesquieu, hay que estar con ella. Falsedades y caretas fuera, vengan de frente y demuestren quienes son realmente. No necesitamos más engaños, ni cuatro años más lidiando con la coyuntura que nos viene azotando desde el 78 ni con la tesitura de encontrarnos a un alcalde de despacho cerrado a cal y canto en la legislatura venidera. No siempre se necesita un hombre que sólo sea capaz de gestionar, administrar o mandar, sino que, a veces, lo que se necesita es una mano que nos sostenga, un oído que nos escuche y un corazón que nos entienda.

Rodrigo Quesada / @Quesadacid

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